ALGUNOS ITINERARIOS POR EL PARQUE NACIONAL DE DOÑANA

 

El acceso al interior del parque nacional de Doñana está sumamente restringido. La visita sólo es posible a través de recorridos organizados que permiten conocer todos los ecosistemas propios de este espacio: las playas, las dunas, las marismas, la vera y el pinar. Incluyo a continuación una breve descripción de algunos itinerarios. Es posible que los guías realicen alguna modificación sobre lo que se expone a continuación.

 

 La playa de Matalascañas.

 


               

Tras pasar las urbanizaciones de Matalascañas, se toma el primer contacto con una larguísima playa de treinta kilómetros, flanqueada por el mar y las dunas que avanzan hacia Doñana. Las primeras referencias faunísticas que aparecen en el itinerario, son aves como el correlimos, el chorlitejo o el charrán.                                                                             

Las dunas.

                La torre del Carbonero es uno de los vestigios defensivos que pueden observarse en este itinerario, junto con la torre del Zalabar, la de San Jacinto o el cuartel del inglesillo. Cuando se llega a su altura, se gira hacia el norte para entrar en las dunas. Entre los árboles que resisten el asedio de las dunas, aparecen el enebro y el pino.

                La cumbre de este viaje está en el Cerro de los Ánsares. Pero poco antes se realiza una parada para observar una curiosidad: las huellas que dejan en la arena multitud de especies, como serpientes, garcillas, escarabajos, ciervos y, con un poco de suerte, hasta el lince ibérico.

 

Las marismas.

                Antes de llegar al paisaje clásico del parque, todavía queda tiempo para recorrer la vera. Es un colchón vegetal que aprovecha lo mejor de marismas y dunas, sirviendo de transición hacia bosques más cerrados. Hay que estar atentos ante la aparición de ciervos, gamos o jabalís.

                A continuación, la ruta se dirige al Lucio de Vetalengua, en cuyo observatorio se realiza otra parada, y después al más extenso lucio del Membrillo. Desde este punto del recorrido, podemos disfrutar de la inmensidad y riqueza de este humedal. La visión mejora con las concentraciones de flamencos, especie acompañada de garzas y avocetas cuando la marisma está inundada.

 

 

El Pinar.

                Al bordear el Lucio del Membrillo, se toma el camino del Rocío, que parte de Sanlúcar de Barrameda. Se entra ahora, sin perder de vista las marismas, en un terreno dominado ampliamente por la vegetación: el bosque mediterráneo de las Marismillas, que hacia el sureste deriva en pinar; y el pinar del Faro, enfrentado a Sanlúcar en la desembocadura del Guadalquivir.

                Pinos piñoneros, pero también sabinas y lentiscos, arropan al palacio de Marismillas, un antiguo pabellón de caza de estilo colonial; y a poblados como el de la Plancha, asociados al aprovechamiento que tradicionalmente se hacía del pinar, como la recolección de piñones o el carboneo.

                La convergencia natural entre el bosque, las marismas, el río y las dunas explica por qué Doñana, entre otros títulos, ostenta el de Patrimonio de la Humanidad. Desde el extremo sur del Pinar del Faro se emprende el camino de vuelta, a través de la playa, con una parada opcional en la desembocadura del Guadalquivir y sin perder el interés que otorgan la lucha de las dunas con la vegetación y los atardeceres sobre la línea de Doñana.

 

 

Otras actividades.

Los alrededores del Parque Nacional se prestan a realizar numerosos recorridos a pie o en coche, sin necesidad de guías. También podemos degustar la gastronomía de la zona y las restantes actividades lúdicas que planeemos.

                No olvidéis los prismáticos, si los tenéis. En algunos lugares (observatorio de El Acebuche, arroyo de la Rocina, marismas del Rocío, etc.), son imprescindibles.

 

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