Páginas de Demetrio Calle Martínez
BUTÁN
El País del Dragón del Trueno
El Último Shangri La
Quién me iba a decir hace sólo unos meses que podría visitar
este extraño país de los Himalayas, tan pintoresco y desconocido. Lo cierto es
que tras unos largos trámites de permisos y visados (hay que hacer escala en
países como India, Nepal, Qatar o Tailandia), conseguí el permiso
correspondiente y los vuelos. La única compañía que vuela a Bután es la propia
del país: Druk Air. Si pretendéis visitar este país es
necesario que sepáis que todo lo tenéis que hacer a través de agencias
autorizadas por Bután. Ellas os conseguirán todos los documentos necesarios.
Como esto puede cambiar, no doy más datos y os dejo más abajo algunos enlaces
que os pueden interesar.
Mi
libro fotográfico sobre Bután
www.absolutebhutanbooks.com.bt
Cuaderno de viaje
Salgo hacia Bután vía Frankfurt y Calcuta, donde he de pasar
noche para tomar el vuelo al día siguiente hasta Paro, la única ciudad de Bután
con aeropuerto internacional. En el avión conozco a Dolors y Silvia, que
también harán el viaje que tengo previsto por el país. Dolors tiene un
problema: no le ha llegado a tiempo el visado para la India. Veremos a ver que
ocurre en el control policial del aeropuerto de Calcuta. Desde Frankfurt a
Calcuta hay 9, 30 horas de vuelo. Atravesamos el cielo de casi media Europa,
Mar Negro, Mar Caspio, Afganistán y casi toda la India. Tras rellenar los
documentos de inmigración nos comunican que Dolors ha de quedarse en tránsito,
sin poder salir del aeropuerto hasta el vuelo del día siguiente. Paso la noche
en el Hotel Hindustani International, después de que el taxista recorra calles
y más calles oscuras con gente tirada en el suelo, decenas de perros sueltos y
basura por todos lados. Por fin llegamos al hotel y tras una reconfortante
ducha recibo por SMS la mala noticia de la muerte de Antón Galán, un profesor
español que trabajaba en Islandia y que hace pocos días conocí en la
Universidad de Reikiavik.
Día 1: De Calcuta a Paro.
Visita a Paro.
Madrugo bastante pues a las 5,00 hay que marchar hacia el
aeropuerto. El hotel me da una bolsa picnic con un sándwich (no lo pruebo), una
pera, bizcochos y una albóndiga muy picante que dejo casi entera. El taxi nos
deja en el aeropuerto de Calcuta donde Dolors ha pasado la noche. Los trámites
de facturación y control policial son muy lentos a pesar de que no hay casi
nadie en el aeropuerto. Al fin, a las 7,45 h sale nuestro vuelo hacia Paro de
la compañía Druk Air. Durante el vuelo, repleto de
americanos y de gente del país, relleno el documento de inmigración y el de la
gripe A. Leo un rato el magazine de Druk Air para ir
enterándome de algunas cosas de Bután. Me entero que los símbolos nacionales
son, además de la bandera y el emblema, el ciprés (Cupressus corneyana), la “blue poppy”
(Meconopsis grandi), el
cuervo (Corvus corax tibetanus) y el takin (Budorcas taxicolor),
animal sagrado de Bután. Todo esto lo podéis encontrar en mi colección de
fotos de Bután.
Desde el avión las vistas son excepcionales. Volamos sobre inmensas
cordilleras que casi rozan las alas (es un decir, claro, pero no es muy
exagerado). En tan solo una hora de vuelo aterrizamos en Paro, en medio de un
espectacular valle entre montañas recorrido por el río Paro (en adelante, la
palabra Chhu significará agua, río…
Así pues el río Paro se dice Paro Chhu). El aeropuerto es precioso, adornado
con los colores y formas típicas butanesas, muy parecidas a las del resto de
países de los Himalayas. Los trámites son lentísimos, incluso más que en la
India. Nos han puesto un termómetro en la frente por si tenemos alguna fiebre,
lo cual puede ser indicativo de gripe A y no nos dejarían entrar en el país.
Cuando pasamos el control, ya tenemos fuera nuestras maletas y nos espera
nuestro guía, Rinzi, vestido a la usanza tradicional butanesa. Es obligatorio
para los que trabajan en organismos oficiales del país, llevar la indumentaria
tradicional (ver fotos). Nos comunicamos con él en inglés, aunque al final del
viaje él había aprendido bastantes palabras en castellano y catalán (que lo
hablan Dolors y Silvia). Adelantamos el reloj media hora con respecto a India.
Son más o menos las 9 de la mañana cuando iniciamos nuestra andadura por este
fantástico país. Antes, nos dicen que mucha gente viene a ver aterrizar los aviones
(muy pocos al día) por lo espectacular que resulta oírlos acercarse al valle
(sin verlos) hasta que aparecen entre las montañas pocos momentos antes de
tomar tierra.
Marchamos en la furgoneta de Rinzi hasta Paro, bonita ciudad a 2.360 m de altitud y a unos
7 km del aeropuerto. La carretera es muy estrecha, apenas caben dos coches. Se
conduce por la izquierda, lo que nos lleva a nosotros a tener más de un susto.
Nos dan una botella de agua envasada y vamos a recorrer la ciudad. Vemos
edificios y tiendas con la estructura típica Himalaya. Pasamos cerca de un
parque donde vemos a varios hombres (vestidos con la indumentaria típica)
tirando con arco. Nos dicen que este es el deporte nacional. Son auténticos
expertos. Es curioso verlos practicar este deporte. Cuando aciertan en la
diana, el grupo del que ha acertado empieza a bailar y cantar. Nos dicen que en
este momento está en el grupo un sobrino del rey de Bután.
El día es espléndido. Incluso caluroso. A las 12,45 h,
después de un largo paseo, vamos a comer a un restaurante donde tendremos la
oportunidad de probar la comida butanesa. Nos ofrecen ensalada cocida, pescado
(con muchas espinas, pero riquísimo), patatas asadas en empanada, brécol asado
(con chili, que no probamos pues es fortísimo para nuestro paladar), arroz rojo
y ternera en salsa y de postre, manzana. Todo está muy rico. Tenemos que
acostumbrarnos a los sabores fuertes y picantes pues eso es lo que nos espera
los próximos días.
Estamos muy cansados y cuando decidimos que lo mejor es ir al
hotel a descansar, nos llevan a ver el Museo Nacional de Bután.
Museo Nacional de Bután
Situado en una antigua fortaleza Ta Dzong, del siglo XVII, en
lo alto de una colina desde donde hay una vista excepcional de la ciudad, del
río y de su valle. El Museo contiene una gran colección de objetos que cubren
toda la historia y cultura del país con dedicación especial a la religión
budista. Destaca la capilla dedicada a la Deidad de la Salud. Como no se
permiten las fotos en el interior (como en casi todos los edificios oficiales
del país) no os puedo ofrecer las correspondientes imágenes. Pero merece la
pena la visita.
Al salir del Museo vemos debajo de la colina un colegio con
los alumnos uniformados con vestidos de bonitos colores.
Seguimos bajando la colina en dirección a Paro y hacemos una
parada para ver el célebre Monasterio Rimpung (Dzong Rinpung). Realmente
extraordinario. Hoy es sede la Corte de Justicia y en él se enseña el budismo a
los futuros monjes. Visitamos el interior y observamos el ir y venir de los
jóvenes por todas las dependencias. Este Dzong debería ser nombrado Patrimonio
de la Humanidad. Bajamos hacia el río y cruzamos un bonito puente de madera. Y
ya, casi agotados, nos vamos al Hotel Olathang,
bastante lejos de la ciudad, pero precioso, en pleno bosque, con casitas de
madera amplísimas que sirven de habitación.
Después de una reconfortante ducha y de un merecido descanso
salgo de la habitación para cenar. Son las 19 h y es completamente de noche.
Hay un rico pollo asado con ensalada, brécol, pescado (el mismo tipo del que
tomé a mediodía) y carne de ternera picante (aquí pica todo).
Día 2: De Paro a Thimbu.
Valle del Paro Chhu, Chhuzom, visita a Thimbu, Reserva Nacional del Takin.
¡Otro día excelente de sol! ¡Y un desayuno estupendo a base
de té, mantequilla, un jamón especiado, mermelada y dos huevos fritos (aquí los
hacen por las dos caras)! Ya esto de nuevo en forma para aguantar lo que haga
falta.
En cuanto desayunamos, a las 8,30 h, y tras echar un último
vistazo al valle desde mi cabaña, salimos a la carretera general en dirección a
Thimbu, la capital del país. Hay aproximadamente 50 km pero se tarda una hora
pues las carreteras no son lo mejor del país, desde luego, y eso que ésta que
tomamos ahora es de las mejores. Vamos recorriendo el valle
del Paro Chhu observando increíbles paisajes, aldeas, desprendimientos
de tierra debidos a los recientes monzones, bosques… Llegamos a un puente donde
hay un cruce de carreteras (Dantak confluence) y un puesto de control policial pues este
es el paso obligado para los que traen mercancías de la India. Se llama Chhuzom La (Paso de Chuzón). Debajo del puente se unen
dos ríos, el Paro Chhu y el Thimbu Chhu, y juntos (y algunos cursos de agua
más) dan lugar al Wang Chhu que toma dirección hacia la India para unirse al
Ganges. Esta zona se llama Chhuzom
(“unión entre ríos”). Y veo al otro lado del río una aldea a base de casas de
latón, muy pobre (ver fotos).
No he dicho hasta ahora que Bután mide su progreso por el
Índice de Felicidad y no por el Producto Interior Bruto. Ese índice es
exclusivo de este país y es la forma oficial de decir que aquí la gente es
feliz sin importar la riqueza. No dudo que la gente sea aquí feliz pero también
es verdad que hemos visto zonas (fuera de los recorridos oficiales) en donde la
palabra “felicidad” quizás no sea muy aplicable.
Siguiendo con nuestra ruta, añadiré que en esta zona de unión
de los ríos hay un monumento religioso con tres estupas de estilos nepalí,
tibetano y butanés. Parece que antiguamente señalaba el camino. Hay varias
chozas en donde se venden recuerdos. La chimenea del puesto policial es para no
perdérsela.
Seguimos en dirección a Thimbu.
Nada más llegar se nota que es la capital del país. Bulliciosa, mucho tráfico. Conducen
muy mal. Aunque al parecer no necesitan conducir mejor. Parece que nunca hay
accidentes y eso que sólo disponen de un semáforo en toda la ciudad. No
obstante, todavía pienso en cómo es posible que no hayamos sufrido algún choque
con otros vehículos.
Empezamos a recorrer la ciudad y mi primera parada es en la
Oficina Postal. Compro postales y sellos. Y aquí nos llevamos una gran
sorpresa. ¡Nos hacen sellos con nuestra imagen con el mismo valor legal que
cualquier otro sello del país! Cada sello a 20 Nu.
Así pues nos disponemos a que nos hagan la correspondiente foto y en pocos
minutos tenemos nuestra plantilla de sellos de Bután con nuestra foto
¡Increíble, pero cierto! Después nos explican que es un privilegio que el Rey
de Bután ha concedido a los extranjeros con motivo del aniversario (no recuerdo
cuántos años) de la Monarquía. Aprovecho para mandar estos sellos con mi foto a
mi familia y amigos ¡Se quedarán de piedra cuando los vean!
A continuación subimos hacia el Museo
de Costumbres Populares de Bután (Folk Heritage Museum), muy
interesante. Aquí pudimos apreciar como era la vida de los butaneses en tiempos
antiguos. Hay decenas de objetos de todo tipo. Tampoco hemos podido
fotografiarlos.
Muy cerca está la Escuela de
Artes y Oficios (National Institute for Zorig Chusum).
Aquí los jóvenes aprenden pintura (casi toda de tipo religioso budista),
cerámica, bordado, cincelado, albañilería, tejidos… Compro algunos objetos
hechos por el alumnado (la Escuela se queda con el 10 %). Hemos podido entrar en
las clases (se encuentran en este momento en el recreo) y vemos a los jóvenes
con sus indumentarias típicas pero tecleando con su móvil o con los cascos
puestos escuchando música, como cualquier otro joven de cualquier país del
mundo. Cuando los alumnos se han incorporado a las clases después del recreo,
nos han permitido seguir hablando con ellos y hacerles fotografías mientras
trabajan.
La siguiente visita ha sido a la Biblioteca
Nacional. Contiene el libro más grande del mundo (récord Guiness) y una gran cantidad de libros religiosos y plegarios. Aquí sí nos han permitido hacer fotos.
Va siendo hora de comer pues son ya las 13 h. Vamos a un
restaurante típico de la ciudad, muy bonito. Tomo fideos (muy ricos), pollo
asado, unas albóndigas que no me han gustado nada, verduras, patatas fritas en
masa (también muy ricas) y helado de nata. He dejado a un lado las salsas
picantes.
Ahora un breve paseo para sentirse mejor y a continuación
subimos a la parte alta de la ciudad, a la montaña. Estamos a 2700 m de altitud
y lo notamos un poco. Desde aquí hay una preciosa vista del Dzong (que es el
centro político y religioso) y de toda la ciudad. También vemos el edificio del Parlamento y un poco más atrás, casi
escondido, el Palacio Real. Rinzi nos
explica que el Rey es muy admirado por la población. Nos dirigimos a una zona
de bosque llena de banderas para las plegarias y paseamos un rato. Desde aquí
se ven las casas donde viven los ministros y, muy cerca, las chabolas donde
vive la gente más pobre. Thimbu se extiende a todo lo largo de este bonito
valle y crece rápidamente.
La siguiente visita ha resultado muy interesante pues nos
hemos desplazado hasta la Reserva Nacional del Takin. En esta zona de monte se encuentran varios
ejemplares de takin (Budorcas taxicolor), el animal sagrado de Bután.
Es un bóvido mitad yak, mitad cabra, oveja o algo parecido, que tiene una
interesante leyenda con connotaciones religiosas y mitológicas. Es el símbolo
nacional del país. Además de takines, en la Reserva
hay también ciervos llamados sambares (Rusa unicolor). Si queréis conocer algo
más de todos estos animales (leyenda incluida, y fotos) acceded a la entrada
correspondiente de mi blog de fotos de naturaleza.
A continuación visitamos la estupa
del National Memorial Choeten, llena
de gente ofreciendo rezos y plegarias. Lo hacen dando tres vueltas alrededor
del monumento andando en el sentido de las agujas del reloj (nunca al
contrario). Aquí pude observar gente de todas las clases sociales. Dolors y
Silvia, a instancias de nuestro guía, me obligan a dar las tres vueltas
reglamentarias dando fe de ello con la cámara fotográfica. Aunque intento
engañarlas, al final no lo consigo pues me tenían vigilado.
Ya está atardeciendo y nos disponemos a ver una fábrica de
telas. Este trabajo manual es muy laborioso y por ello las prendas resultan un
poco caras pero tienen gran calidad y unos coloridos preciosos. Me decido a
comprar una tela.
Salimos del telar y nos vamos a una cafetería cercana a tomar
un té y pasteles típicos de la tierra. Tras descansar un rato nos encaminamos
al Dzong de la ciudad. Abren al público a
las 17 h pues es a esta hora cuando terminan de trabajar los funcionarios que
lo ocupan. Me resulta más grandioso que el de Paro. Hay mucho control policial
al ser un edificio público. Podemos hacer fotos pero sin volvernos hacia el
lado desde donde se ve el Palacio Real. Hay
enormes cochazos aparcados en la entrada de las marcas más conocidas. La visita
resulta interesantísima. En la zona principal hay una estatua enorme del Buda “actual” (el Buda “futuro” está en Bumthang y
ya se sabe quién es, según Rinzi). No podemos hacer fotos dentro de este
recinto del Buda pues nos quitarían las cámaras. Bajo la figura enorme del Buda
hay tres tronos, uno para el padre del Rey, otro para el Rey y otro para el
monje jefe de los budistas. Aquí tuvo lugar la entronización del actual rey de
Bután. En el recinto hay también una enorme colección de figuras de Buda.
Ya es de noche y abandonamos el Dzong. Nos vamos en dirección
al Hotel Riverview, al otro lado del río, desde donde
hay una vista magnífica de la ciudad iluminada. Después de descansar unos
momentos volvemos a la ciudad para hacer una visita nocturna. Vemos tiendas de
todo tipo abiertas hasta muy tarde. En una de ellas veo ropa de todas las
marcas “occidentales”. En las tiendas de recuerdos abundan las máscaras, los
collares, las imágenes de Buda, esculturas diversas… Aprovecho para comprar en
una librería un precioso libro de zoología escrito en dzongkha, el idioma butanés.
A las 20 h se arma un buen bullicio en las calles pues la
gente sale de trabajar y empiezan a tomar los buses y minitaxis.
Volvemos al hotel. Hoy tenemos de cena pollo asado, arroz picante, tofú,
brécol, patatas asadas y manzana con miel. Tenemos internet al precio de 50
rupias, 25 minutos. Desde mi habitación hay una preciosa vista nocturna de Thimbu.
Dejo la cortina abierta para que la luz del amanecer me despierte mañana.
Día 3: De Thimbu a Punakha.
Estupas de Dochula,
Yuwak, Templo de la Fertilidad (Chimilhakang)
y Dzong de Punakha.
Se levanta un día de sol espléndido. Hoy tenemos un frugal
desayuno, nada del otro mundo. Antes de partir dejo unas postales en recepción
para que las envíen. Mientras se prepara la furgoneta aprovecho para
fotografiar el estadio olímpico (frente al hotel, al otro lado del río) y a un
paseo que hay al lado del río.
Salimos en dirección a Punakha (a 71 km de Thimbu). Vemos de
camino la nueva Universidad de Bután, que
funciona desde 2003, y la zona de ampliación de la nueva ciudad con edificios
de varias plantas. Seguimos en dirección norte mientras el río, que hemos
seguido hasta ahora, toma ya dirección sur.
La carretera es todo curvas y con firme en muy mal estado.
Con razón Rinzi nos dijo esta mañana que tardaríamos 3 horas en llegar,
incluyendo las paradas, claro. Paramos en un pequeño mirador para ver un Dzong
que ahora se usa como Instituto de la lengua Dzonkhá. Al otro lado, hay un pequeño poblado de
chabolas (un ejemplo de “el otro Bután”).
Continuamos por la terrible carretera. Los paisajes son ahora
hermosísimos. Las montañas están llenas de pinos azules y rododendros. La
carretera sube sin parar hasta que llegamos a un puesto
de control de inmigración. Nos explican que cuando China invadió Tíbet
muchos tibetanos se exiliaron a Bután y
ahora les han concedido la nacionalidad butanesa. En el control venden queso de
cabra colgado en tiras alargadas como las fichas de dominó, manzanas, carne
seca, bebidas… Paramos a estirar las piernas y a que la espalda descanse un
poco de tanto bache.
Seguimos ascendiendo hasta llegar al paso
de Dochula (3250 m). En lo alto hay 108 estupas en conmemoración al rechazo que las
tropas butanesas hicieron de una incursión india en 2003. La vista desde aquí
es increíble y es el único sitio desde donde podemos observar el Himalaya butanés. El sol le da un aspecto
espectacular.
Hay también una zona de plegarias (ponemos las nuestras, que
nos ha regalado Rinzi). Un grupo de baile ensaya en estas alturas algunos pasos
y cantos para un spot publicitario. Muy cerca hay un pequeño monasterio
adornado con pinturas de escenas de los reyes de Bután y sus familias y del
combate de 2003 con el Rey en armas acompañado de su ejército.
Después de pasear un rato por esta bonita zona continuamos de
nuevo el viaje. Ahora la carretera empieza a descender fuertemente lo que hace
que aumente la posibilidad de choques pues se conduce muy rápido y hay bastante
tráfico. Somos testigos de algunos adelantamientos que cortan la respiración.
Además, en algunos tramos hay desprendimientos. La carretera la arreglan los
lugareños. Observo que llevan a sus hijos pequeños al trabajo. Vemos camiones
cargados de patatas. Rinzi nos dice que las patatas las crían en Bután y las
exportan a la India, allí las fríen y las exportan, ya fritas, de nuevo a Bután
¡viva el comercio mundial!
A medida que descendemos van desapareciendo los pinos azules
y van abundando los rododendros. Paramos cerca de Thinlegang
para estirar un poco las piernas. Un poco más adelante paramos cerca de un
cruce, en Yuwak,
una aldea agrícola. Aquí hay un bonito restaurante con una espectacular vista
al valle. Es la hora de la comida. Hoy toca pollo asado (como siempre). Después de la comida hacemos un pequeño
recorrido atravesando campos de arroz, hasta el llamado Templo de la Fertilidad o Chimilhakang. A este templo vienen parejas
que no pueden tener hijos o padres con hijos que tienen problemas de salud. En
el interior hay varios objetos fálicos y una escuela budista.
Paseamos un poco por la aldea. Es pobre. Las aguas fecales
están al descubierto. Las casas son muy humildes.
Seguimos en dirección a Punakha
donde lo único que destaca es el fantástico Dzong.
Está al otro lado del pueblo, junto a la confluencia del río Mo Chhu y uno de
sus afluentes. Este Dzong fue sede durante un tiempo del Gobierno de la Nación.
Bien merece una visita detallada. Para verlo hay que atravesar un precioso
puente de madera sobre el río. El recinto es inmenso. Su patio principal sirve
de escenario de los festivales de Punakha a los que asiste el Rey en calidad de
“Sir” pues es el título que le concedieron los ingleses cuando medió entre
India y Tíbet hace ya muchos años.
Punakha como tal tiene poco que ver, exceptuando el Dzong.
Hemos callejeado un poco. Tiene un aspecto sucio y descuidado. A las afueras
del pueblo está nuestro hotel, Zangdhopelri.
Desde él sí hay unas bonitas vistas a unos bancales de cultivos de arroz y al
bosque de pinos.
A las 18,15 ya es casi de noche. Subo a la habitación,
amplia, con TV, tipo cabaña. El baño deja mucho que desear. La cena está
prevista a las 19,30 h. Hay espárragos con salsa de queso de cabra, pollo asado
(para variar), pescado con salsa de ajo y guayabas. Muy rico todo. Hay que
descansar que mañana espera un día duro pues tendremos que atravesar numerosos
valles y montañas (calculamos 6-7 horas de camino). Despierto sobresaltado a
las 6 de la madrugada pues hay un ruido infernal, muchas voces, llega un camión
muy ruidoso…, así hasta pasadas las 7 h.
Día 4: De Punakha a Trongsa.
Mercado de Wangde Phodrang, valle del río Dang Chhu, paso Lawala, Gangtey,
Tras los ruidos y la consiguiente falta de sueño, me levanto,
me aseo y dejo preparada la maleta. Tengo una pequeña terraza en la habitación
que da al campo. Bonita vista. Las chicas del hotel parece que no tienen muy
buena cara hoy, no sé qué les ocurrirá. Es probable que el ajetreo de esta
madrugada tenga algo que ver. Desayuno a base de té, mermelada, mantequilla,
salchichas locales y tortilla con cilantro, muy rica.
Salimos sin más demora y hacemos una primera parada en el
pueblo de Wangde Phodrang donde hay un
mercado dominical muy concurrido. Hay todo tipo de hortalizas y frutas. Mucho
ambiente. Me gustaría reflejarlo lo más exactamente posible en fotografías,
pero algunas mujeres de los puestos no quieren ser fotografiadas, otras no
ponen ningún impedimento.
Después de pasear por el mercado subimos a lo alto del pueblo
donde se encuentra el majestuoso Dzong. Hay
un grupo de escolares uniformados de visita al recinto, y eso que hoy es
domingo. El uniforme es el traje típico de Bután, el Gho (traje masculino) y la Kira (traje femenino).
Salimos de Wangde y la carretera se
torna infernal, horrible. Lo bueno es que los paisajes compensan lo malo del
viaje. Atravesamos increíbles valles, bosques de rododendros y montañas. Con
frecuencia nos interrumpen rebaños de vacas que atraviesan la carretera por
cualquier sitio. Hay bonitas cascadas, aldeas pequeñísimas, casas en lo alto de
los riscos desafiando la gravedad… Todo un espectáculo que va haciendo más
llevadero el cansado viaje. Hemos pasado por Nyatoka,
Polula, Gumina, Rachau… siguiendo el valle del río
Dang Chhu,
magnífico. Subimos hasta el paso Lawala (3340 m) y vemos el primer yak (Bos grunniens),
solitario, esquivo.
Ahora bajamos un poco hasta tomar un desvío que nos lleva en
dirección sur hasta la población de Gangtey
donde destaca su monasterio, muy antiguo y no tan suntuoso como los que hemos
visto antes. Eso le da un “toque especial”. En la plaza del monasterio nos
llevamos una sorpresa. De pronto empiezan a llegar monjes budistas que se van
sentando en dos filas paralelas. Detrás de estas filas se sienta gente del
pueblo que les lleva comida. Según nos explican es porque así agradecen a los monjes el pedir favores para
un difunto que acaba de morir. Según la tradición budista, el difunto está 45
días entre su gente y cuántos más favores, plegarias, etc. hagan por él, mejor
será su vida futura en el otro mundo. Unos monjes jóvenes se encargan de
repartir la comida (cazos enormes llenos de arroz, verduras, etc.). Mientras
tanto, los familiares del difunto están sentados al lado de una pared viendo
todo esto. Observo muchos monjes ya de muy avanzada edad. Recorremos el
interior del monasterio, muy austero.
Desde aquí seguimos por el valle hasta un Centro de
Información sobre grullas. Lástima que esté cerrado. Las grullas llegan a Bután
desde Tíbet, donde crían, y pasan en estos valles entre 3 y 5 meses. Es una
zona protegida. En esta zona se prohíben los cables eléctricos para que las
aves no tropiecen con ellos. La energía la obtienen a través de placas solares.
Seguimos un poco más de camino y llegamos a un buen hotel que
está en una ladera con vistas magníficas al valle. Nos dan de comer sopa de col
y un plato a base de ternera, pasta, queso en tiras y perejil. No hay postre.
En el comedor conocemos a una chica chipriota que está sola en el hotel pues
iba con su grupo a hacer una ruta de montaña de 28 días y a la semana de
empezar le dio el mal de altura y se ha tenido que volver. Compartimos el rato
de la comida con ella. Dos cernícalos vigilan desde el tejado.
A continuación, desandamos todo el camino otra vez hasta el paso Lawa La y ahora tomamos la “carretera” principal en
sentido Trongsa.
Entramos en una zona de maravillosos paisajes. Pasamos el paso Pele La
(3392 m) y vemos unos cuantos yaks pastando. Después de hacerles unas fotos
continuamos por la catastrófica carretera adentrándonos (bordeando precipicios
increíbles, más bien) en el Parque Nacional de la Montaña Negra, con magníficas
cascadas, inmensos bosques y un paisaje fantástico. El precipicio que tenemos
al otro lado de la carretera (se conduce por la izquierda) es terrible. Lo malo
es que a la vuelta nos tocará en nuestro lado.
Paramos en las estupas de Chendebji, uno de los sitios típicos de Bután.
Descansamos un rato y hacemos fotos. La estupa
tibetana es muy bonita.
Continuamos por la zona superior del valle del río Chandiji
Chhu y paramos en una tienda típica de Nangar. Sin detenernos mucho rato seguimos en dirección a Trongsa
y paramos en un mirador desde donde hay unas vistas magníficas del Dzong de Tonsga y de la cascada
que forma el río Trongsa Chhu, que al unirse un poco más abajo al río Chandiji Chhu forman el Mangde Chhu. Hay un sendero que
parte desde el mirador donde nos encontramos, baja hacia el río, sube a la
cascada y llega a Trongsa. Rinzi nos dice que es mejor no hacerlo porque hay
muchas serpientes. Además, después del palizón de coche de hoy, ya no sabemos
dónde tenemos los riñones. Llegamos a Trongsa a las 17 h y nos alojamos en el
hotel Yangkhil Resort, magnífico, con maravillosos
jardines, habitaciones tipo bungalows con vistas a
las montañas, muy limpias y cuidadas, baños muy grandes y en prefecto estado.
Estamos a 2150 m de altiud.
Pasamos un buen rato disfrutando de las instalaciones del
hotel, tomando té y pastas, conectándonos a internet para enviar y ver correos…
A las 19,30 h cenamos pescado con espinas y picante, puré de
patatas, riquísimo, verduras asadas, muy ricas también, espinacas, cerveza… De
postre fideos con leche y canela. Las cervezas son de 650 ml y valen aquí 85
ngultrum aunque en los demás sitios valen 100.
Tras la cena nos da un poco la lata uno de los camareros
jóvenes que sabe algo de español. Subimos a las habitaciones pues aquí no hay
mucho más por hacer y además venimos muy cansados de tantas horas de viaje y
tantos cambios de altitud. El tiempo nos ha acompañado bien durante todo el día
pues ha hecho sol y sólo se ha nublado en la zona montañosa del Parque Nacional
de la Montaña Negra y al llegar a Trongsa, que también está entre montañas. La
vista de Trongsa entre las montañas es magnífica.
Día 5: Trongsa y Chamkhar.
Dzong
de Trongsa, Torre de Trongsa,
Museo de la Monarquía, Nangar, Chamkhar.
Día soleado. Desayunamos tortilla con queso, cebolla y
tomate, acompañada de gofre, té, mantequilla y mermelada, miel y plátano. A las
9 h ya estamos en camino al Dzong de Trongsa. En la entrada tiene un árbol enorme, antiquísimo. La leyenda
dice que plantaron una estaca cuando comenzó la construcción del Dzong y creció un árbol. En una foto de hace 60 años que he
visto en el interior de la torre se ve que el árbol era muy pequeño. El
interior del Dzong es muy parecido a otros que hemos
visto. Hay una figura que enseña la creación de la Tierra según el budismo.
Todos los Budas y Gurús que hemos visto ya también están aquí, por ejemplo el
que mandó construir los dzongs en todo el país, el
que se llevó del Tíbet un objeto-ofrenda y cuando vinieron los del Tíbet a
recuperarlo, hizo como que lo tiraba al río pero se lo guardó en la manga (de
ahí la parte blanca que llevan en el vestido tradicional los butaneses, pues es
donde se guardó el objeto), el de la fertilidad, etc. etc.
Hemos estado 1 h y 15 minutos visitando el Dzong y a continuación nos vamos hacia el centro del pueblo
a dar un paseo. Veo en una tienda el Bhutan Times y lo
compro por 10 Nu. No puedo leerlo, claro, por el tipo
de alfabeto que usan aquí, pero me vale como recuerdo. Luego subimos una calle,
y cientos de escaleras, y llegamos a la Torre de Trongsa. Es una antigua fortaleza
que contiene el Museo de la Monarquía. La última reforma es del año 2008 y
la hicieron los austríacos.
El Museo está lleno de valiosas piezas referentes a la
religión budista y a la Monarquía. Hay varias galerías repartidas por las 5
torres que forman el edificio completo. Una de ellas está dedicada a la
dinastía Wangchuck que gobierna el país desde 1907. Aquí se guarda la corona
que se usa en las ceremonias de la coronación. No os puedo dejar alguna foto
pues en este edificio están prohibidas. El último piso de la torre principal
guarda la palabra de Buda, que es un conjunto de cajas con los escritos de sus
enseñanzas. También guarda su mente, en un objeto parecido a nuestro
botafumeiro. Y también guarda su cuerpo, que está representado por un Buda
penetrando a una mujer que está sentada sobre sus piernas y con los pies de
Buda aplastando a los demonios y con 12 brazos que enseñan las armas con las
que mata a esos demonios.
Después de la visita almorzamos en el restaurante del Museo:
ternera, vegetales con queso, empanada rellena de carne, verduras fritas y
guaraná.
Va haciendo algo de fresco en la Torre, así que bajamos hacia
donde nos espera la furgoneta para iniciar la ruta hacia Chamkhar.
Nos esperan algo más de 65 km.
La ruta
hacia Chamkhar es por una carretera tan mala
como la de ayer. Enormes precipicios. Numerosos desprendimientos a lo largo de
la ruta. Observo como los obreros de la carretera viven en chozas al lado de
esta. Vamos ascendiendo entre bosques con numerosas cascadas y arroyos.
Llegamos así al paso de Yotongla (3400 ma). Hemos subido 1250 m en algo más de 15 km. En el Yotongla (frontera entre Trongsa
y Bumthang) hay muchas banderas con plegarias. Observo también un bosque
precioso con gran variedad de plantas. Nos bajamos de la furgoneta para andar
un poco y disfrutar del paisaje.
A continuación, empezamos el descenso por un valle muy bonito
donde pronto seguimos el curso del Chumey Chhu
que más adelante se unirá al Chamkhar Chhu.
Pasamos por pequeños pueblos como Chinmey y Domkhar, de marcado carácter agrícola. Más adelante,
también en la zona fértil del valle, se encuentra Huchhu.
Aquí vemos el palacio de verano del tercer rey de Bután. Al final del valle
está Nangar, donde paramos a ver un telar donde fabrican
tejidos de lana muy buenos. Vemos a una pareja de europeos interesados en las
telas. Nos cuentan que mañana se casan en Chamkhar.
Ella está muy entusiasmada con el vestido típico de la zona que se pondrá en la
boda.
Seguimos camino y tras subir otro repecho llegamos al
siguiente valle donde está Chamkhar (2750 ma) y su gran río Chamkhar Chuu.
Dejamos las maletas en las habitaciones del Hotel Wangdicholin
Resort que está muy cerca del río lo que provoca que haya gran cantidad de
insectos por todos lados y mucha humedad. Paseamos un poco por el pueblo donde
hay solo una calle, aunque muy larga, con mucho bullicio, muchas tiendas…Se
acercan muchos niños. Vamos hacia el puente que hay al final de la calle desde
donde se aprecia mucho mejor el amplio río. Tomamos un té en un café con
internet lo que nos permite mirar el correo. Rinzi
nos explica cómo va a ser el día de mañana y los días de senderismo. Arriba en
una colina se ve el impresionante Dzong de Chamkhar.
Volvemos al hotel. Cenamos a las 19,30 h. Esta vez la cena es
floja. Se salva una sopa de lentejas muy rica. El resto, verduras muy duras y
ternera no muy buena. El postre sí me ha gustado, aunque a Silvia y Dolors les
ha parecido muy dulce. Es una especie de mazapán hecho de arroz. Con nosotros
han cenado una pareja de españoles. Bromeamos con ellos sobre todo lo
acontecido hasta ahora. Son ya las 21 h. ¡Muy tarde para los horarios de Bután!
En las habitaciones hay estufas de leña. Las encienden con serrín mojado en
queroseno. Dan mucho calor. Es excesivo en mi opinión. “Libero” en el hotel
unos cuantos libros que me he traído desde España para que recorran mundo y
luego escribo un rato en mi cuaderno para que no se me olviden los detalles.
Día 6. Valle Chokhor.
Dzong de Chamkhar, Jampey
Lhakhang, Kurjey Lhakhang, Tamshing Goemba.
Hoy no hay previsto ningún
desplazamiento en vehículo. Dicen que para “aclimatarnos” aunque solo estamos a
2700 m de altitud, más o menos. A las 8,30 h sirven el desayuno con pan
integral, mantequilla, huevos fritos, miel, bizcochos… El día está espléndido,
aunque ya empieza a hacer calor a pesar de que es temprano. Pasamos por el National Bank para cambiar dinero.
A las 9 h salimos a ver el Dzong de Chamkhar. Hay una fuerte
subida de escaleras, aunque también podemos ir en coche. Este Dzong se empezó a construir en 1549 porque en este lugar se
posó un pájaro blanco. Se reformó en 1667. Su nombre oficial es Yuelay Namgyal Dzong.
En su interior vemos algunos monjes bailando y a muchas otras personas
ensayando bailes que representarán en las fiestas del mes de diciembre. Los
bailes resultan muy llamativos y grabo vídeos un buen rato.
Luego vamos a ver un templo
antiquísimo, el Jampey Lhakhang, que contiene al Buda
del futuro. Data del año 659. Fue visitado por el Gurú Rinpoche
durante su visita a Bumthang y luego fue restaurado en numerosas ocasiones. A
la entrada tiene tres piedras (escalones) que representan edades: el pasado
(oculto, debajo de la plancha de madera y representa al Buda histórico Sakyamuni); el presente, que es el escalón casi a ras del
suelo; y cuando este paso llegue al escalón superior (el futuro o nueva era)
los dioses se volverán como humanos y se acabará el mundo. La figura central de
este templo es Jampa, el Buda del futuro, con su pie sobre un elefante. Es la
capilla más antigua de todo Bután. En el resto hay pinturas muy deterioradas y
algunas están cubiertas con paños para protegerlas. En este templo, dependiendo
del calendario lunar, se celebra un festival en el que la gente baila desnuda y
solo se cubren con una máscara. Estas danzas son ritos de fertilidad.
Luego nos vamos a visitar el templo Kurjey Lhakhang (kur:
cuerpo; jey: huella), llamado así porque en una cueva
de su interior se guarda la huella del cuerpo del Gurú Rimpoche
cuando se posó para rezar. Está en la capilla más antigua de las tres que posee
el templo. El primer templo es el del Gurú Lhakhang,
el segundo es el de Sampa Lhundrup Lhakhang y el tercero es el más reciente y lo mandó
construir la reina madre Ashi Kesang
Wangchuck en 1984.
Hay que reponer fuerzas y nos vamos a
tomar un picnic a las orillas del río, que va con mucho caudal. Después de descansar
un rato cruzamos el río por un puente colgante y tomamos un sendero que nos
lleva a un monasterio cercano, el de Tamshing Goemba
(oficialmente Tamshing Lhendup Chholing)
o templo del Buen Mensaje. Está a 5 km de la población. Se fundó en 1501 y en
él se practica otra forma de budismo. Los monjes están orando en su interior
así que no podemos ver la capilla principal. Vemos algunos pasillos llenos de
pinturas algo deterioradas con muchas velas en fila. No se pueden fotografiar.
Me he puesto encima la armadura de
cadenas que fabricó Pema Lingpa
que pesa 25 kg y sirve para liberar los pecados. He dado una vuelta al recinto cargado
con ella siguiendo el sentido de las agujas del reloj como manda el budismo ¡y
vaya si pesa! Dolors y Silvia no aguantan la risa. Cuando salimos, vemos a un
grupo de turistas haciendo ofrendas (en unos moldes parecidos a magdalenas). Se
trata de los que nos vamos encontrando en casi todos sitios: una pareja de
suizos, la chica de Singapur, la familia chilena de cuatro miembros que ahora
trabajan aquí, el bus de japoneses, la pareja que se casa mañana…
Ya hemos completado la ruta de hoy
con los cuatro monasterios y nos dejan un rato libres en la ciudad. Tomamos té
en el mismo sitio de ayer y visitamos algunas tiendas. Algunos regalos
sencillos como los imanes para frigorífico resultan carísimos. Nos vamos
andando al hotel. Nos recogen a las 18,45 h para llevarnos a cenar a un restaurante
que está cerca del último templo que hemos visitado. Hay que subir por un mal
camino de tierra hasta ver el restaurante, perdido en la mitad de la nada. Hay
buffet libre, nada del otro mundo. Están aquí casi todos los turistas con los
que hemos coincidido. A las 20,45 h nos dejan de vuelta en el hotel. Aprovecho
para preparar la mochila pues a partir de mañana empiezan los tres días de
senderismo y solo podemos llevar lo que vayamos a necesitar estos tres días con
sus noches. El resto del equipaje tiene que quedarse en la maleta y lo llevarán
en la furgoneta que no vendrá a por nosotros hasta el último día del
senderismo.
Día 7: Bumthang Trek o Cultural Trek.
Bumthang Chuu, Dramphel,
campamento.
Hoy comienzan los tres días de senderismo. Este itinerario es
uno de los más conocidos de Bután. Le denominan Bumthang Trek porque va recorriendo
parte del río Bumthang. La furgoneta nos ha dejado a las afueras de Chamkhar. Hay un área donde se reúnen los que van a
realizar la ruta con las correspondientes furgonetas, burros, etc.
Si queréis ver y descargar los itinerarios senderistas que
hice en Bután podéis acceder a mi web en wikiloc. Ahí también podéis encontrar numerosos
itinerarios por otros lugares del mundo.
Iniciamos la ruta a 2.640 m de altitud con bastante calor. Al
principio vamos por caminos de tierra y más tarde, al cruzar un puente
colgante, nos vamos adentrando en un bosque de pinos azules y helechos con
algunos prados. Los pinos tienen sobre sus troncos plantas epifitas de color
rojo que no llego a identificar. El ascenso es suave. Más adelante, al salir
del bosque, nos acercamos a algunas aldeas por caminos de arena y piedras.
Llegamos a la aldea de Dramphel, a
2.810 m de altitud. Ahí está el campamento, cerca del río, que baja muy
caudaloso. Cuando llegamos ya están montadas las tiendas. En la ladera frente
al río hay un bosque con colores otoñales preciosos. Damos un breve paseo por
él y por una aldea cercana que tiene una bonita escuela al lado del río. En la
entrada de la escuela hay un cartel informando sobre la gripe aviar y un poco
más adelante una ladera con desprendimientos de mármol. Rinzi
se aprende esta palabra, mármol, en español. Está preocupado porque cree que
Silvia y María (así llama él a Dolors) se han perdido. “Perdidas”, otra palabra
que se aprende en español. Ha ido a buscarlas a casa de su abuela, que vive en
esta aldea. Cree que estarán allí pues él les indicó el camino para ir. Son ya
las 15,30 h y se está poniendo el sol. ¡Menos mal, pues vaya día de calor!
Estamos rodeados de cuervos y perros en el campamento. La gente
saluda amablemente al pasar. Estamos sentados al lado del camino de tierra que
comunica las aldeas. Rinzi se ha ido al pueblo a ver
a su familia. Cenamos muy pronto y luego tomamos un licor local, el Ara. A las 20 h está todo oscuro y nos
vamos a las tiendas de campaña. Han dejado preparado el desayuno de mañana. Un
turista vecino nos pide Edemox para el mal de altura.
Parece que está recuperando.
Día 8: segundo día de senderismo.
Bosques inmensos, prados, Paso Phe Phe La, Tahung,
valle Tang, Pralang.
A las 6 h ya ha amanecido. Salgo de la tienda y todo está cubierto
por la niebla. Una mujer se acerca a vendernos algo. Le compro un cinturón de
colores muy bonito y me lo agradece con una sonrisa. Desayunamos en la
tienda-cocina a base de tortilla con cebolla y tomate, queso muy rico, té, etc.
Desmontan el campamento y el furgón se lleva todo.
Empezamos la ruta desandando parte del camino que anduvimos
ayer. Cruzamos la aldea y vamos subiendo suavemente por caminos de vacas hasta
llegar a un bosque húmedo con arroyos. De vez en cuando aparecen bonitos
prados. En uno de ellos, arriba, vemos las ruinas de una fortaleza de un
antiguo rey anterior a la Monarquía actual. Más adelante nos encontramos en
otro prado a los guías y los burros de seis mujeres francesas que han venido a
practicar el budismo.
La subida es suave. Nos vamos introduciendo poco a poco en
bosques de pino azul con musgos que aquí llaman “español”. Es un musgo del
género Usmea,
aunque no estoy muy seguro. Rinzi no sabe el porqué
del nombre de “español” para este musgo.
Llegan los burros del grupo de mujeres francesas y nos adelantan.
Empiezan las dificultades pues el camino se va haciendo cada vez más empinado,
aunque las vistas son preciosas. No hace calor por la frondosidad del bosque
que nos protege, pero cada vez notamos más el esfuerzo debido a la altitud. Se
van estrechando los senderos y cruzamos varios arroyos con dificultad. El
último tramo es especialmente duro y tenemos que hacer descansos frecuentemente.
¡Al fin llegamos al paso Phe Phe La!
a 3.623 m de altitud tras 4 horas de camino. Hay muchas plegarias colgadas en
los árboles. Hacemos un descanso para comer pues ya lo necesitamos. La comida
está muy rica: carne, col picante, patatas con queso…
Iniciamos el descenso que es duro pues se pasa por senderos
muy estrechos, que realmente son torrenteras, y pedregosos. Cuando llueva tiene
que ser bastante dificultoso andar por aquí. Nos duelen los pies de tantas
piedras. Descendemos muy rápido. Esta ladera de la montaña es más seca que la
que subimos esta mañana, aunque el bosque que estamos atravesando es realmente
bonito. En un momento determinado hay que cruzar un arroyo y solo hay un tronco
resbaladizo. Rinzi se cae al agua. Yo consigo pasar
sentándome y arrastrándole sobre el tronco. Silvia y Dolors pasan a cuestas del
segundo guía.
Continuamos descendiendo por prados y pastizales, cuyas
laderas están llenas de colorido, bambú, etc. hasta que llegamos a una estructura
donde se hacen oraciones y ¡al fin! a un campamento cerca de la villa de Tahung, a 2.800 m de altitud. La bajada ha durado 2
horas. O sea, 6 horas es la duración total del recorrido de hoy. La furgoneta
nos lleva a una granja cercana situada en lo alto de una ladera que hemos
preferido en vez del campamento. Hemos acertado pues es muy cómoda y tiene
habitaciones con baño muy cómodas. Resulta que es la granja del Ministro de
Agricultura de Bután, según nos informa Rinzi. ¡Al
fin podemos ducharnos en condiciones! Rinzi se queda
un buen rato con nosotros en el salón y tomamos almendras tostadas, licor local,
Ara, etc.
Esta aldea se llama Pralang.
Llega la hora de cenar y nos ponen puta
(fideos), palabra que le hace gracia a Rinzi por lo
que significa en español, sopa de verduras, arroz, judías, pollo con verduras…
Durante la noche oigo muchos ruidos de animales.
Día 9: Uygen Chholin-Changhar.
A las 6 h ya estoy despierto gracias a una vaca mugiendo y
descubro que el armario de la habitación está lleno de manzanas, además de whisky
del ministro, y algún ratón quería entrar desde el exterior de la cabaña para
comerlas.
(Continuará…)